viernes, 10 de octubre de 2008

Mi Castillo


Desde mi castillo se ve el mar, pero solo cuando llega el atardecer. Me siento en la terraza y puedo notar la brisa que mueve las hojas de los árboles que me rodean.

Desde mi castillo, en hora punta, me parece oír las olas al otro lado de esas torres, observo las gaviotas ansiosas de pescar algún pezqueñin despistado.

Aunque las malas lenguas dicen que en Madrid no hay mar, que la brisa es el viento siberiano, que las olas son en realidad el transitar de los coches que vuelven a casa y que las gaviotas son en realidad urracas atacando a mirlos.

Pero yo, cada atardecer, desde mi castillo, me tomo una horchata frente al mar.

2 comentarios:

Fernando Herrero dijo...

Se nota que vives junto al mar; el oleaje te acompaña, eres sensible a los vientos y tu fragancia es propia de quien se ha perdido mil y una veces en su barca, navegando por océanos imaginados.

MSyngular dijo...

Que gran castillo y que cerca se siente el mar desde alli...Gracias por dejar que sea su habitante, porque para mi se ha convertido en el mejor refugio del mundo ,que me salva de las flechas del alma y donde olvido todo aquello que no debe ser recordable.

Un beso muy fuerte